ATENCION PASTORAL PARA EL TRAUMA POST
ABORTO.
BOGOTÁ 12 DE JUNIO DE 2014.
INTRODUCCION.
“CON EL ABORTO UN CORAZÓN SE DETIENE Y OTRO
SE DESTROZA”
Me
parece que esta frase puede resumir el efecto dramático y mortal del pecado que
hoy está clamando al cielo.
En
efecto, con el aborto provocamos la muerte del ser más inocente, más indefenso,
más pequeño y es la primera víctima.
Lo más trágico es que hemos llegado al tiempo que son los mismos padres quienes
cometen este crimen abominable, como dice el Concilio Vaticano II (GS 51). La Segunda víctima es la mujer, la madre,
quien sufre como primera, las consecuencias físicas, psicológicas y
espirituales de ese aborto sea voluntario, sea obligado por otros. También,
lógicamente hay un círculo de personas que sufren también algunas
consecuencias, especialmente psicológicas y espirituales. Dentro de ese
círculo, (que nos parece que son de 8 a la 10 personas las implicadas) está el
padre de la criatura, el médico que practico ese crimen, enfermeros (as), quien
le acompañó, quien le pagó, etc.
Constatamos
que se ha escrito bastante sobre la problemática del aborto, sus consecuencias
físicas, sus implicaciones morales. La Iglesia ha estado siempre en la
vanguardia de la defensa de la vida, especialmente desde la gestación en el
vientre materno. Y siempre ha alzado su voz contra todo aquello que quiere
impedir su desarrollo normal. Sus innumerables documentos lo confirman.
Y
no solamente el Papa y sus organismos cercanos nos han orientado acerca de este
tema, sino que también muchos episcopados, por no decir todos, se han
pronunciado y han tomado partido a favor siempre de la vida y de la vida por
nacer. El NO al aborto y el SI a la vida por nacer, constituyen un elemento NO
NEGOCIABLE que la Iglesia siempre lo mantendrá.
Pero
no podemos decir lo mismo de las consecuencias psicológicas del aborto, el hoy
llamado SPA (Síndrome post aborto). O también dentro de la Iglesia las
implicaciones morales de la madre que aborto y de las personas implicadas, de
su atención pastoral, pues ellas necesitan más de la presencia de Dios, de la
Gracia de Cristo y la atención materna de la Iglesia. Ya hay algunos escritos
pero necesitamos reflexionar y enfrentar mejor el problema. Necesitamos en
serio dedicarnos a estudiar, reflexionar, orar y lograr una presencia pastoral
en el corazón de estas almas muy necesitadas.
Creo
que hoy sin dudar podemos decir que la atención a las mujeres que han abortado
y a sus familias es una PASTORAL
URGENTE. ¿Por qué? Intentaremos responder a esta pregunta en estos minutos que
nos quedan.
MIRANDO A
NUESTRO ALREDEDOR: (VIDEO MOMENTO CERO Y CONSECUENCIAS FISICAS)
Quisiera
en este punto echar una mirada de fe sobre la persona que está sufriendo el SPA
y necesita de nuestra presencia eclesial. ¿Cómo se acerca ella a nosotros?
Por
lo general es la mujer, la madre del niño abortado quien afronta primero este
daño espiritual y moral y quien busca afanosamente la misericordia de Dios en
la Iglesia. Los datos que daré es fruto de la pequeña experiencia con mujeres
que han logrado afrontar y sanar sus heridas.
CONSECUENCIAS MORALES:
·
Quien se acerca a pedir ayuda espiritual es
generalmente la mujer que ha pasado del momento de negación al de aflicción en
el SPA. Son dos momentos identificables claramente pero muchas veces
fluctuantes entre ellos. El recurso de defensa psicológico de la mujer, muchas
veces en el mismo proceso de curación, hace que se vuelva a un período de
negación.
·
El aborto generalmente no es un hecho aislado en
la vida de la persona, sino que está dentro de todo un proceso degenerativo,
moral y espiritual de un alma. A veces es el pico más alto de esta degeneración.
Por tanto, juntamente con el aborto están otros males, otros pecados, muchas
veces violaciones físicas, psicológicas y sexuales, antes del aborto y después.
·
Un elemento importante a tenerlo en cuenta es
que después del aborto, se inicia muchas veces
un proceso de promiscuidad sexual, que es como un círculo vicioso, que
le lleva a la persona a un abuso de alcohol y drogas hasta hacerla dependiente.
Quiere llenar el vacío que le dejó el aborto en su espíritu con estas cosas.
Quiere por medio de estas acciones olvidar la campanilla de la conciencia que
le repica constantemente.
·
Por eso el pecado del aborto tiene que ser
considerado dentro de todo el panorama moral
y espiritual de la persona. Hay
que atender a toda la historia de la vida, desde que tiene conciencia
psicológica hasta ese momento. No se puede valorar la conciencia moral de un
aborto provocado sin esta historia.
·
El ánimo entristecido, el sentimiento de vacío
que siente, la incapacidad de procesar el duelo de su bebé perdido, los
pensamientos suicidas, la baja autoestima son todos los síntomas con los que
llega una mujer a buscar ayuda. Muchas veces probando otras experiencias de
“sanación”, psicológica, psiquiátrica, o
incluso espiritista, como es hoy todas las opciones que presenta la
nueva era. (influjo diabólico más adelante)
·
Vienen con un arrepentimiento muy sentido sobre
el aborto que cometieron o que sufrieron. Otras veces junto a este
arrepentimiento muestran dolor de otros pecados, de los cuales también se
arrepienten y de vez en cuando más que del aborto. Por tanto, su conciencia
moral generalmente es muy confusa. Les duele el crimen que cometieron pero
podemos decir que aún no han llegado a captar la dimensión profunda del aborto.
Se sabe a grandes rasgos que ha sido grave pero aún no se ha llegado a captar la plena gravedad del pecado.
·
Junto a este terrible mal muchas veces nos
encontramos con personas que han perdido la fe y que solamente están ahí
delante de nosotros pues no soportan más el dolor, la aflicción, quieren una
salida. Entonces nos damos cuenta que el aborto no solamente destroza el corazón en la psiquis sino que despoja al alma de la virtud de la fe y de
otras virtudes, si las ha tenido. Así como las virtudes crecen como los dedos
de la mano, así también los pecados.
·
Le aleja de Dios pero también de la Iglesia. Así
está la gran mayoría de estas personas. Han llegado al aborto fruto de una
ausencia, a veces total, de formación
humana y cristiana. Esto es importante tomarlo en cuenta para el proceso
de sanación. El primer mensaje, el kerigma está por ser estrenado y escuchado
en el corazón de estas personas. Dios Padre te ama en Cristo muerto y resucitado.
Dios Padre te ama en el Espíritu Santo. Jesús ye acoge, te ama y te perdona en
la Iglesia.
·
La persona está con muchos resentimientos.
Experimentan una ira profunda hacia todos: padres, esposo, o conviviente o
novio, médicos, supuestos amigos, etc. El aborto les lleva a probar una soledad
muy profunda que les conduce a cerrarse en sí mismas. No confían en nadie.
·
Y lo peor es que no se soportan a sí mismas. No
se perdonan a sí mismas. Y esto no solo es un síntoma psicológico sino moral.
El pecado que han cometido ellas, así lo consideran, es tan grande que no tiene
perdón de Dios y peor de ellas mismas, ni de nadie. Esa desconfianza en la
misericordia divina puede conducirlas a la desesperación de la salvación.
·
Un resentimiento especial es a la figura del varón,
que se manifiesta en el padre, en el novio, en el esposo o conviviente. Ellos
la dejaron sola en este momento de angustia. En general quien llega al aborto no ha tenido una figura
paterna positiva. Y es necesario cuando se estudia la historia personal
arrancar de una figura paterna vista en su objetividad psicológica y afectiva.
·
Esta soledad psicológica, esta desconfianza ha
llevado a roturas de relaciones con los seres más queridos y con los que se
tiene responsabilidad moral. Muchos divorcios, peleas entre esposos, castigo
desmesurado a los hijos, mal ambiente en el trabajo u oficina, rebelión,
desobediencia, etc., están ligados a un aborto.
·
Se agravan estas consecuencias morales cuando
estas mujeres han vivido más de un
aborto. El alma de estas personas la podemos comparar con un terreno en el que
cayó una bomba y dejó destrucción total, abandono. Las poquitas plantas
existentes fueron arrasadas, las semillas buenas que quedaron ya no se cultivan
y poco a poco el campo se llenó de abrojos y espinos.
CONSECUENCIAS
ESPIRITUALES:
·
No se podrían separar las consecuencias morales
y espirituales en una persona, todo va junto. Esta división la hago simplemente
para subrayar algunos aspectos específicamente espirituales a tomar en cuenta.
·
El primero me parece que es el alejamiento de
Dios. La persona que se da cuenta del aborto se siente alejada de Él, que no
merece su perdón, no se atreve a entrar a la Iglesia, ni a rezar, no tiene
esperanza.
·
En ese
terreno así de sombrío las fuerzas del mal y del Enemigo empiezan a dejar
sentir su efecto. Como sabemos, en cada aborto el demonio está presente. Como
se satisface con la destrucción de la imagen de Dios en el niño y en la mujer,
piensa que está cumpliendo su objetivo. El influjo de él se experimenta sobre todo
en la desconfianza de la gran misericordia de Dios. La persona no lo dice pero
en el fondo se pensaría que Dios no es capaz de perdonar este pecado. Y por
tanto, Dios no tiene nada que ver en mi decisión personal. Y se tiende a estar
así como se está. Es más cómodo. Se pretende acallar la conciencia. Que uno lo puede superar solo.
Dios ya no entraría aquí. Dios no se interesa por mí. Se abandona finalmente la
fuente de la paz, de la serenidad.
·
El aborto es un grave ultraje a la PATERNIDAD DE
DIOS, que es el Autor y la Fuente única
y primera, de toda obra de generación, paternidad o maternidad, física o
espiritual. Con el NO al bebé engendrado se quiere dar un NO a Dios como Padre. Y es un NO también a un Hermano en humanidad,
en definitiva a Cristo Hijo y Hermano nuestro. Y esto agravado con el
resentimiento a la figura de padre que decíamos más arriba.
·
En la creación de un nuevo ser interviene toda
la Sma Trinidad como fuente y el hombre y la mujer como co-creadores con Dios.
El toma en cuenta nuestra libertad. El aborto es el desprecio a Dios Padre
fuente de la Vida, al Hijo que es la Vida, al Espíritu Santo que da la vida. El
soplo de Dios en esa criatura desde el primer instante de la concepción ha sido
desconocido, en cierta manera ha sido borrado.
·
Con cada criatura humana, que es la única que
Dios ha querido por sí misma (GS 24) Él establece un designio, una misión
única, irrepetible, insustituible, eterna. El aborto le priva a esa criatura
del conocimiento y de la vivencia de este plan de Dios.
·
Esta
criatura no gozará de la existencia, don de Dios, pero tampoco, experimentará
el gozo de ser hijo de Dios, no podrá hablar con su Padre, no lo invocará,
todas sus potencialidades espirituales de santidad no podrá desarrollarlas en
el mundo ni en la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Por eso decía Juan Pablo II en la
EV 58: “entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el
aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e
ignominioso”.
·
Hay que señalar por eso que el arrepentimiento
de una madre que abortó a su hijo no solamente es por haberle privado de la
existencia humana sino sobre todo, de la Gracia de Cristo, de la santidad de
Dios Padre, de la potencia del Espíritu Santo.
·
Es necesario dar este sentido de eternidad a
nuestros actos y especial a este acto malo, pues trasciende la dimensión
meramente humana y de tiempo.
·
En definitiva la persona está en pecado mortal,
vacía de la gracia de Dios, necesitada de la misericordia divina.
·
Otra consecuencia espiritual es que con el
aborto procurado y consumado la persona incurre en la pena de excomunión latae
sententiae, ipso facto (c. 1398) Es decir, está fuera de la gracia de Dios,
fuera del influjo salvador de la Iglesia en ese mismo momento sin que preceda
un juicio de verificación del acto. Este tema merece una consideración pastoral
muy necesaria que lo tocaré más adelante.
·
En cuanto al influjo diabólico en el aborto,
está claro que en todo aborto interviene estas fuerzas malignas. Por tanto se
puede decir que toda mujer que llega a abortar está influenciada por el
demonio, pero no necesariamente esta posesa. La posesión diabólica existe y
puede estar en alguna mujer que aborta pero no es lo común.
Por tanto, el exorcismo solo debe hacerse para una persona que está poseída
por el demonio y todo este proceso, bajo la autoridad del Obispo diocesano y
con todas las normas que existen para estos casos.
CONSIDERACIONES PASTORALES:
La
Iglesia siempre se ha preocupado por afrontar estos retos de la actualidad. De
este tema no ha sido desconocido para Ella. Les ofrezco varios datos del
Magisterio reciente que puede iluminar nuestra acción pastoral.
“La mirada sobre el ideal de la vida
cristiana, expresado en la llamada a la santidad, nos impulsa a mirar con
humildad la fragilidad de tantos cristianos, más aun, su pecado, personal y
comunitario, que representa un gran obstáculo para la evangelización, y a
reconocer la fuerza de Dios que, en la fe, viene al encuentro de la debilidad
humana. Por tanto, no se puede hablar de la nueva evangelización sin una
disposición sincera de conversión.
Dejarse
reconciliar con Dios y con el prójimo (cf. 2 Cor 5,20) es la vía maestra de la
nueva evangelización. Únicamente purificados, los cristianos podrán encontrar
el legítimo orgullo de su dignidad de hijos de Dios, creados a su imagen y
redimidos con la sangre preciosa de Jesucristo, y experimentar su alegría para
compartirla con todos, con los de cerca y los de lejos”. Benedicto XVI: discurso de apertura del
Sínodo sobre la Nueva Evangelización.
“Es
verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto [es decir, que
el aborto es un acto grave por cuanto destruye a un ser humano no nacido]. Sin
embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes
bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis
hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda
misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la
Reconciliación.
Os
daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro
hijo que ahora vive en el Señor. Ayudados por el consejo y la cercanía de
personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio
entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida”. (EV 99)
Aparecida
nos recomendó a toda la Iglesia en AL: “acoger
con misericordia a aquellas que han abortado, para ayudarles a sanar sus graves
heridas e invitarlas a ser defensoras de la vida. El aborto hace dos víctimas:
por cierto el niño, pero también la madre”. (AP 469,g)
Y
también esta advertencia: “si pretendemos
cerrar los ojos ante estas realidades no somos defensores de la vida del Reino
y nos situamos en el camino de la muerte” (AP 358).
El
objetivo no es ser exhaustivos pues no se podría en este corto espacio de
tiempo, pero sí dar unas pautas de reflexión para una acción pastoral en
beneficio de tantas personas necesitadas de la misericordia divina.
No
podemos pasar por alto el dato penoso pero real de que quienes estarían
sufriendo las consecuencias del SPA no son decenas, no son centenares, son
miles de mujeres y hombres y por eso no podemos postergar nuestra acción,
nuestro acompañamiento, nuestra presencia. Pienso que la mentalidad de muerte
que nos invade no solo es por la guerra declarada como en muchos países, sino
por la guerra declarada a los más inocentes, que S. Juan Pablo II la denomina
como la CONJURA CONTRA LA VIDA, La guerra de los poderosos contra los débiles
(EV 12)
·
Conocemos que existen en nuestro continente
varias iniciativas que quieren enfrentar este gran drama, entre algunos los que
conozco más representativos son: Proyecto Raquel fruto de la experiencia y de
la reflexión del Episcopado Estadounidense,
IRMA, de México, Viñedos de Raquel de EEUU, el proyecto esperanza de
Chile, Entrando a Canaa de EEUU.
·
A lo que me referiré en este momento es al
aporte necesario del sacerdote ante el drama del aborto que lo viven miles de
nuestros fieles. Tenemos que responder al llamado de Jesús a ser pastores que
buscan a la oveja que se ha perdido, dejando a las 99 en el redil. Hoy creo que
necesitamos ejercitarnos en la búsqueda de la oveja perdida, que ya no es una,
son muchas y en ciertos casos son las 99.
·
La experiencia en el proceso de sanación de
mujeres y hombres que están pasando el SPA nos lleva a considerar que la
atención a estos hermanos nuestros no es la misma como cualquier otro
penitente. Son penitentes que necesitan un trato especial, calmado, atento,
paciente, orante.
·
Cuántas experiencias negativas hemos escuchado
de algunos hermanos que no han sido recibidos o tratados como se merecen y como
necesitan, lo cual ha llevado a un alejamiento del mismo sacramento y a veces
de la misma Iglesia.
·
Por eso no es vano recordar las palabras que
Juan Pablo Ii nos señaló a los sacerdotes, sobre la administración del
sacramento de la Penitencia, en la Exh. Apos. RECONCILIATIO ET PAENITENTIA, n.
28:
Para un cumplimiento eficaz de tal ministerio, el
confesor debe tener necesariamente cualidades
humanas de prudencia, discreción, discernimiento, firmeza
moderada por la mansedumbre y la bondad. Él debe tener, también, una
preparación seria y cuidada, no fragmentaria sino integral y armónica, en las
diversas ramas de la teología, en la pedagogía y en la psicología, en la
metodología del diálogo y, sobre todo, en el conocimiento vivo y comunicativo
de la Palabra de Dios. Pero todavía es más necesario que él viva
una vida espiritual intensa y genuina. Para guiar a los demás por el camino de
la perfección cristiana, el ministro de la Penitencia debe recorrer en primer
lugar él mismo este camino y, más con los hechos que con largos discursos dar
prueba de experiencia real de la oración vivida, de práctica de las
virtudes evangélicas teologales y morales, de fiel obediencia a la voluntad de
Dios, de amor a la Iglesia y de docilidad a su Magisterio. Todo este conjunto
de dotes humanas, de virtudes cristianas y de capacidades pastorales no se
improvisa ni se adquiere sin esfuerzo. Para el ministerio de la Penitencia
sacramental cada sacerdote debe ser preparado ya desde los años del Seminario
junto con el estudio de la teología dogmática, moral, espiritual y pastoral
(que son siempre una sola teología), las ciencias del hombre, la metodología
del diálogo y, especialmente, del coloquio pastoral. Después deberá ser
iniciado y ayudado en las primeras experiencias. Siempre deberá cuidar la
propia perfección y la puesta al día con el estudio permanente. ¡Qué
tesoro de gracia, de vida verdadera e irradiación espiritual no tendría
la Iglesia si cada Sacerdote se mostrase solícito en no faltar nunca, por
negligencia o pretextos varios, a la cita con los fieles en el confesionario, y
fuera todavía más solícito en no ir sin preparación o sin las indispensables
cualidades humanas y las condiciones espirituales y pastorales!
·
Estas actitudes personales, morales,
espirituales y pastorales de los sacerdotes necesitamos para atender a nuestros
fieles que están pasando el SPA.
·
En el confesionario es necesario indicarles que
este pecado necesita una sanación profunda, que sería necesario por tanto
encontrarse con calma en otro momento. Más aún si en ese momento hay muchas
personas de confesar. No se puede despachar en dos minutos a una persona con
este problema. No sería justo. Su condición exige tiempo y paciencia y escucha.
Hay que indicarle que lo único que se quiere es ayudarle.
·
Hay que tomar en cuenta en estos penitentes el
estado de vida. Si están unidos en matrimonio civil, o eclesiástico o
simplemente unión libre. Todo ese conocimiento es necesario para concederle la
absolución. Está claro la situación de la soltera o soltero.
·
La confesión del aborto y su sanación y la
absolución sería bueno hacerlo por etapas. Eso ayudaría hacer tomar conciencia
al penitente de que no es cualquier pecado.
·
Como toda la información que se dará es en orden
a la absolución sacramental caen bajo la obligación gravísima del sigilo
sacramental, por tanto a nadie, nada, ni de broma de lo que se escuchó en esta
confesión. Es la garantía que necesitan estas personas para abrirse al Señor.
En la mayoría ha estado guardado como un secreto que muy pocas personas lo
saben.
·
Es de desear que todas las mujeres puedan hacer
el proceso de sanación que muchas iniciativas lo están ofreciendo, pero sabemos
que no es posible para todas y en todos los casos. Lo que sí es importante es
que los sacerdotes debemos estar prontos para ayudar a todas estas iniciativas
en nuestras parroquias. En estos procesos la confesión y la absolución tienen
su propio momento que hay que respetar. Lo que propongo es un pequeño proceso
para cientos de mujeres que no podrán seguir estas iniciativas.
·
UN PRIMER MOMENTO sería el escucharle la
historia no solo de cómo pasó el aborto sino de su vida. Para eso debe haber
precedido una ayuda para una buena confesión. El pecado del aborto no viene
solo. Hay que decir que toda sesión debe iniciar y terminar con una oración y a
la luz del Evangelio y ojalá ante Jesús Sacramentado.
·
SEGUNDO
MOMENTO: A la luz de varios textos evangélicos leer la historia de esta persona
y aplicarla. Los textos que podrían servir podrían ser: Jn 8, 1-11; Mc
10,46-52; Jn 11,1-44; Lc 8, 40-48; y de otros textos donde Jesús se encuentra
con una mujer. Es importante aprovechar este momento para saldar algunas
heridas, resentimientos. Con la ayuda de algún profesional católico se lo
podría hacer. Aquí entrarían las sesiones de sanación de heridas. Hay que
recordar que todo lo que se diga en esta sesión cae bajo sigilo sacramental.
Una reconciliación importante de la madre es con su hijo abortado. Hay que
recomendarle que le ponga un nombre, le haga una carta de perdón, y que le rece
algunos días y termine con una Eucaristía por su alma. Cuánto sana esta
práctica.
·
TERECER MOMENTO: Propiamente la confesión
personal, individual donde el sacerdote aclarará muchos puntos de la vida de
esta persona a la luz de Dios y orientándola no solo a salir del pecado y a que
reciba el perdón de Dios, sino a empujarla a una vida de santidad. Es justo
decirle en este contexto que si sabía que con el aborto provocado queda
excomulgada de la Iglesia (can 1398) y lo que significa esto (can. 1331, 1) Por
eso preferentemente que se incluya en un proceso de fe de la parroquia o de
algún grupo apostólico. La fe necesita alimentarse de lo contrario se vuelve a
caer. Hay muchos aspectos que necesitan reforzarse. Las palabras de absolución,
como en toda confesión, pero más en esta ocasión deberían ser pronunciadas con
calma, despacio y con mucha fe. Y un aspecto importante en este momento es
ofrecerle caminos de reparación de su pecado. Cuando se dan cuenta ellas de lo
que ha sucedido quieren reparar. Evaluando con la penitente se ofrecerá algunas
actividades incluidas las provida.
·
La experiencia dice que solo el hecho de
escucharles ya realizan el 50 % de sanación. El reconocer su pecado y decirlo y
llorar es un paso muy grande para la sanación del corazón.
·
Sanar no quiere decir olvidar el hecho, o de
repente llorar por lo que se hizo. Un aborto nunca se olvida pero cuando hay
sanación se recuerda ya no con angustia sino con paz. Sanar es ofrecer el dolor
a Cristo crucificado, sanar es poner mi dolor en el corazón de Jesús y de
María. Y esas lágrimas ya no serán de rabia, de ira, de pérdida sino lágrimas
que lavan el alma, lágrimas de fe y esperanza.
·
Antes de terminar, una reflexión práctica
pastoral muy importante. Hay que evaluar y revisar el mejor modo en una
diócesis para la confesión sacramental de los casos de aborto. No podemos
olvidar que una persona que comete un pecado de aborto se encuentra
excomulgada. Considerando todos los puntos que hemos dicho necesitamos ofrecer
con más facilidad, con más privacidad la ayuda a una persona que está en esta
situación. Lo más pastoral, lo más conveniente a la salvación eterna de las
personas.
·
Nos podemos imaginar cuánto trabajo significa
una sanación así. Pero las almas nos esperan.
·
¿Cuál es el papel de la Virgen María en este
proceso? Creo que lo podemos resumir en el texto evangélico de S. Juan 19, 25:
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre. María como Madre y como Mujer
entiende muy bien la situación que está pasando una persona con SPA, y
especialmente la mujer. En estos momentos de angustia, de dolor,
arrepentimiento, de ira tenemos que presentar con serenidad y claridad la
figura de María. Ella es la mujer con dignidad que devuelve dignidad, la que
acogió la Palabra hasta hacerla Carne; ante la mujer que despreció la voluntad
de Dios; la mujer que se había consagrado a Dios en su cuerpo y alma, ante la
mujer que no consideró su cuerpo como templo del Espíritu; la Madre que estuvo
hasta los últimos momentos con su hijo Jesús, ante la mujer que abandonó a su
hijo en el momento que más la necesitada. PERO es la Madre que ahora está junto
a esta cruz de esta mujer arrepentida y que le dice: Aquí estoy pues soy tu
madre, no te abandonado, ni a ti ni a tu hijo asesinado como el mío. Toda mujer
encontrará en la mirada de fe a María la esperanza y el consuelo que necesitan
para sanar las heridas. La espada de dolor que le profetizó Zacarías a María
fue sanada por la experiencia de la resurrección. Así también María conduce a
toda mujer con SPA a una experiencia de esperanza, de confianza, de resurrección
no solo de su hijo sino también de ella.
·
Todas la actitud pastoral en favor de las
mujeres y hombres que han abortado están encerradas me parece en las
intercesiones de la plegaria Eucarística V/b: “Danos entrañas de misericordia
ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al
hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se
siente explotado y deprimido. Que tu Iglesia (o sea nosotros, nuestra
Parroquia, la diócesis, nuestro movimiento, etc) Señor, sea un recinto de
verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren
en ella un motivo para seguir esperando”
·
Procurar
esto es ser un buen pastor.
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